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lunes, 9 de julio de 2018

El demonio de la Deep Web



Fue en 2015, a finales de julio. En el canal Obscure Horror Corner de YouTube, subieron un vídeo tremendamente perturbador. Era un videojuego, de escasos colores, en el que el jugador recorría varios pasillos mientras se escuchaban sonidos extraídos de entrevistas con asesinos, distorsionados, puestos al revés. Cada poco, unas imágenes saltaban ocupando la pantalla completa. Los únicos personajes del juego eran niños pequeños que permanecían quietos, sin interactuar. Hasta que uno empieza a seguir al jugador y a quitarle energía a cada toque. Su destino, del que no podía escapar, era la muerte y el Game Over.


Se llamaba Sad Satan y no podía comprarse en Stream ni en ninguna otra plataforma. Jaime Farell, el dueño del canal donde se estrenó, aseguraba a la web Kotaku que lo había encontrado en la Deep Web, el contenido que está en la Red pero no es accesible con navegadores normales. «No entro ahí con mucha frecuencia», explicaba, «pero hace un mes o dos un suscriptor me mandó un enlace diciéndome que había encontrado algo muy perturbador y que creía que estaría interesado».
Entre las imágenes que asaltaban al jugador están Franz Ferdinand, el noble cuyo asesinato disparó la Primera Guerra Mundial; el abusador de menores Jimmy Savile junto a Margaret Thatcher, ambos apoyando la National Society for the Prevention of Cruelty to Children; el pederasta convicto Rolf Harris; el asesino, necrófilo, caníbal y pederasta Tsutomu Miyazaki; los segundos anteriores al asesinato de JFK. También aparecían mensajes cifrados: Kill kill kill and kill againI can track youHail 666 (i guess?)
Lógicamente, el juego pronto se volvió muy interesante para parte de esa gente con acceso a internet y mucho tiempo libre, que se dedicó a analizar sus referencias, además de para la prensa, que se hizo eco del misterioso origen. Esta búsqueda apuntaba siempre en la misma dirección: Sad Satan hablaba del abuso a niños y la pederastia. Pero durante este proceso surgió otra pregunta: ¿De dónde salía realmente el juego? ¿Venía en verdad de la Deep Web?
Varios usuarios de Reddit comenzaron a mandarle a la autora del texto de Kotaku teorías y pruebas de que en realidad era el propio Farell el creador de Sad Satan, que lo había subido en un intento de llamar la atención y lograr más suscriptores. Al pedirle el link original de la Deep Web para comprobar la veracidad de la historia, Farell se negó alegando que el primer juego que había bajado contenía imágenes de pederastia y no se sentía cómodo promoviendo ese enlace. «Esto hizo más difícil para mí darle credibilidad al resto de su historia», explicó la periodista días después. Hay que reconocer que por lo menos Kotaku tuvo el buen gusto de rectificar, cosa que muchos otros medios no hicieron.
Pero minutos antes de que se publicase esa rectificación, un usuario identificado como ZK, puso un mensaje en 4chan. «Lo que habéis visto en Youtube no es correcto. Él no os ha enseñado lo que de verdad está en el juego», decía el texto, que venía acompañado con un enlace ejecutable. Los que llegaron a bajarlo se encontraron con un clon que tenía fotos sangrientas, malware que les fastidiaba el ordenador y al menos una imagen de pornografía infantil. Sin estar claro si quien subió esta versión era el propio Farell o un trol, un usuario de Reddit dio en el clavo: «Es muy rastrero diseminar a sabiendas material terriblemente ilegal entre gente que solo quería jugar a un estúpido juego de terror».
Al margen de la veracidad de la historia, Sad Satan es terriblemente interesante como proceso y muestra de un género relativamente nuevo. Está la pionera, Polybius, un arcade de 1981 cuyas luces estroboscópicas causaban alucinaciones, terrores nocturnos, mareos, vómitos; también Pokemon Black, una versión del éxito de principios de siglo en el que un misterioso bicho era capaz de matar al jugador; o la historia del niño Ben que murió ahogado con una partida a medias al Majora’s Mask de Zelda y cuyo fantasma se queda atrapado en el cartucho de Nintendo 64. La evolución contemporánea del cuento y la fogata de campamento. Como decía Lovecraft, la emoción más poderosa de la humanidad es el miedo.

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